
El gótico es un sistema de construcción que se basa en lo llamado crucero de ojivas. Se suele situar su aparición alrededor del año 1130. Es en Lombardía donde aparecen los primeros cruceros de ojivas que se conocen, así como en la región de los Alpes y en el sur de Francia. Aparece sobre todo en abadías benedictinas o cistercienses después de la primera Cruzada y, más especialmente, tras el retorno, en 1128, de los nueve primeros Caballeros del Temple. Doce años después de esa fecha, Suger, abad de Saint-Denis, erige una bóveda gótica sobre los basamentos románicos de su abadía. A partir de entonces se construyen en todas partes. El hecho es bastante extraordinario para ser notado: porque supone la formación de maestros de obras y que, por lo tanto, hubo escuela, de la que aquellos se desparramaron por el occidente cristiano; y porque ello supone igualmente que hubo voluntad de difundir aquel sistema de construcción. Es pues, todo el misterio de lo gótico lo que plantea su propia historia.

Es sabido que los constructores de iglesias góticas se agrupaban en hermandades. Los constructores anhelan utilizar, en provecho de los hombres, el don de la Tierra Madre, la corriente telúrica de un lugar. El procedimiento más sencillo es, ir a buscar esas corrientes a su manantial, en el mismo seno de la tierra, en la caverna; op también por el uso del agua que la impregna; de ahí el pozo ritual. Cuando no hay caverna, se crea una caverna artificial que fue, para los megalíticos, la estancia dolménica; para los cristianos, la cripta. Para reforzar la acción de esa corriente, los megalíticos recurrieron a un notable instrumento de piedra: el dolmen.

Una de las propiedades de las piedras es que son acumuladores de carga eléctrica y son capaces de entrar en vibración. Ahora bien, el notable instrumento que es el dolmen, tabla de piedra sostenida por dos, tres o cuatro soportes, semeja un poco a una lámina de xilófono. esta tabla, sometida a dos fuerzas contrarias, que con su cohesión y su peso, se halla en tensión. Puede pues, vibrar como una cuerda de piano tensa. Es a la vez, un acumulador y un amplificador de vibraciones. El valor de la onda telúrica cobra en la estancia dolménica toda su potencia, puesto que desemboca en una caja de resonancia.
Por falta, sin duda, de conocimientos suficientes, el cristianismo primitivo, y luego el bizantino y el románico, edificaron, sobre el suelo, la caja de resonancia, la caverna original, utilizando la cúpula y la bóveda de medio punto, herencia de Roma. Pero esa bóveda, estática, pesante, pero sin tensión, no posee ninguna cualidad vibratoria. Ello condujo a los abades benedictinos a duplicar la acción terrestre, de un lado, con la música -y de ahí el canto gregoriano-.

Hacia finales del siglo XI, sin duda después de los persas, Cluny, al parecer, descubrió la ojiva y sus propiedades. La acción física y fisiológica de la ojiva sobre el hombre es extraordinaria ya que esta actúa sobre el hombre. El hombre bajo la ojiva se endereza, se pone en pie. Si analizamos las ojivas de los arcos perpiaños de la bóveda de Chartres, se ve en efecto, que está construida sobre la tradicional representación del hombre en la estrella de cinco puntas. Esta estrella está inscrita en el círculo que tiene por diámetro la altura de la piedra angular. Las dos puntas bajas son los centros de los arcos de círculo que forman los dos lados de la ojiva. Esos arcos cortan el círculo en las dos puntas altas laterales. La piedra angular está situada en la punta superior de la estrella. ¿Es solamente simbólica esa inclusión del hombre en la bóveda? Y aún así, ¿permanece el símbolo sin acción directa sobre el hombre mismo? De la ojiva sacarían los maestros constructores el secreto de la piedra musical, de la piedra bajo tensión.

El crucero de ojivas está edificado según el principio de la transformación de empujes laterales en empuje vertical. Es un conjunto de resortes de piedra en el que la bóveda ya no pesa, sino que salpica hacia lo alto por los impulsos de los contrafuertes laterales. El momento gótico exige, para que dure, un ajuste perfecto entre peso e impulsos; el peso que crea este impulso se torna, para sí mismo, en su propia negación. Ese resorte de piedra permanece, pues, bajo una tensión constante, que el arte del maestro de obras puede afinar como una cuerda de arpa. Pues la catedral gótica sólo por comparación es un instrumento de música.

El gótico, edificado según una dinámica de presión, tiene sus fuerzas dirigidas de abajo hacia arriba. Es el paso de lo recto a lo curvo, de una geometría lineal y terrestre hacia una de carácter curva y cósmica.
Louis Charpentier. El enigma de la catedral de Chartres