
Salomón, es la personificación de la ciencia y la sabiduría suprema. El templo, es la realización y la figura del reino jerárquico de la verdad y la razón sobre la tierra.
Hiram, es el hombre que ha alcanzado el poder por medio de la ciencia y la sabiduría. Gobierna por la razón y el orden, considerando a cada uno por sus obras. Cada grado de la orden posee una palabra que traduce su esencia. No hay más que una palabra palabra para Hiram; pero esta se pronuncia de tres maneras diferentes.

Pronunciada por los aprendices quiere decir naturaleza y se explica mediante el trabajo. Pronunciada por los compañeros, quiere decir pensamiento, explicándose mediante el estudio. Pronunciada por los maestros, quiere decir verdad y se explica por la sabiduría.
Hay tres grados en la jerarquía de los seres. Hay tres puertas en el Templo. Hay tres rayos en la luz. Hay tres fuerzas en la naturaleza. Estas fuerzas están figuradas por la regla que une, la palanca que levanta y el martillo que afirma.

La rebelión de los instintos brutales contra la autocracia de la sabiduría se arma, sucesivamente, de tres fuerzas. Hay tres rebeldes: el rebelde de la naturaleza; el rebelde de la ciencia y el rebelde de la verdad. Estaban representados en el infierno de los antiguos por las tres cabezas del Cerbero

En la biblia por Coré, Dathón y Abirón

Sandro Botticelli, 1481–1482
Fresco • Renacimiento
348,5 cm × 570 cm
Capilla Sixtina
En la leyenda masónica se designan por símbolos, cuyas combinaciones cabalísticas, varían según las iniciaciones. El primero, al que se denomina Abirón, y homicida de Hiram, golpea al maestro con la regla. Así es como tantos justos fueron inmolados en nombre de la ley. El segundo, llamado Miphiboseth, del nombre de un pretendiente al reino de David, golpea a Hiram con la palanca. Así es como las reacciones populares contra la tiranía se convierten en otra tiranía y atentan, más fatalmente aún, al reinado de la sabiduría y de la virtud. El tercero, en fin, remató a Hiram con el martillo, como hacen los restauradores brutales de una pretendida orden que creen asegurar su autoridad aplastando a la inteligencia.
La rama de acacia sobre la tumba de Hiram es como la cruz en los altares de Cristo.

Es la figura de la ciencia, que sostenía a la ciencia misma, y que eleva su protesta contra los asesinos del pensamiento. Cuando los errores de los hombres han llegado a trastornar el orden, entonces la naturaleza interviene, al igual que Salomón en el templo, La muerte de Hiram debe ser vengada, los asesinos pueden quedar impunes un día, pero la noche ha de llegar para ellos. El que ha pegado con la regla ha provocado el puñal. El que ha triunfado con el martillo caerá victima de la fuerza de que ha abusado y será estrangulado por el león. El que asesinó con la regla se ha descubierto por la lámpara que encendió y el manantial en que bebía, es decir, que se le aplicaran la pena del Talión.
El que asesinó con la palanca será sorprendido cuando le falte su vigilancia como un perro dormido. El león que devora al que asesinó con el martillo es una de las formas de la Esfinge de Edipo; merecerá suceder a Hiram en su dignidad, quien hubiera vencido al león.

Dominique Ingres, 1808
óleo sobre lienzo • Neoclasicismo
189 × 144
Museo del Louvre, París, Francia
El cadáver putrefacto de Hiram demuestra que no resucitan las formas muertas y usadas. Hiram es el solo, verdadero y único, el rey legítimo del mundo; de él es de quien se dice siempre: ¡El rey ha muerto! ¡Viva el rey!
La masonería tiene por objeto reconstruir la monarquía de Hiram y de volver a erigir espiritualmente el Templo. Entonces el dragón de las tres cabezas será encadenado. Entonces las sombras de los tres homicidas serán arrojadas a las tinieblas. Entonces la piedra viva, la piedra cúbica, el cubo de oro, el cubo de doce puertas, la nueva Jerusalén, descenderá del cielo según la profecía cabalística de San Juan

El manantial de agua que corre cerca del primer homicida indica que la rebelión de la primera edad ha sido sofocada con el diluvio. El zarzal ardiendo y el arco iris que permiten descubrir al segundo homicida, representan la Santa Cábala que protesta contra los dogmas farisaicos y la idolatría de la segunda edad. El fin, el león vencido representa el triunfo del espíritu sobre la materia y la sumisión de la fuerza bruta a la inteligencia, que debe ser el signo de la consumación y el advenimiento del santum regnum.
Desde que se iniciaron los trabajos espirituales para edificar el Templo de la verdad, Hiram ha sido muerto muchas veces y siempre ha resucitado. Hiram es Adonis, muerto por un jabalí.

Es Pitágoras, proscrito. Es Osiris, asesinado por Tifón. Es Orfeo, despedazado por las Bacantes.

Es Moisés, enterrado, acaso, vivo en las cavernas del Monte Nébo. Es Jesús asesinado por tres traidores: Caifás, Judas Iscariote y Pilatos. Es Santiago de Moday, condenado por un papa, denunciado por un falso hermano y quemado por orden de un rey.
La obra del Templo es la del mesianismo, es decir, de la realización del simbolismo israelita y cristiano. Es el restablecimiento de la verdad legitimada, de la inteligencia y la virtud. Es el orden, mediante el equilibrio del deber y del derecho, bases inquebrantables del poder. Todo cuanto se ha realizado en el mundo carecería de sentido y de alcance, si esta obra no se llevase a cabo algún día.
El Libro de los Esplendores, Eliphas Levi