
Asciende el entendimiento hasta la octava esfera e inquiere las acciones de los doce signos: Aries, Tauro, Géminis, Cáncer, Leo, Virgo, Libra, Escorpión, Sagitario, Capricornio, Acuario y Piscis; halla que las acciones de Aries son diurnidad, masculinidad, motividad y su planeta es Marte, y estas se dicen sus acciones, porque con su bondad, grandeza, etc., las influye en los inferiores, mediante la calidez y sequedad, no porque él formalmente sea cálido, ni seco, sino que lo es efectivamente, por ser de la complexión del fuego.
Las acciones de Tauro son feminidad, nocturnidad, inmotividad, y Venus es su planeta, y tiene estas acciones en los inferiores, mediante la frialdad y sequedad.
Las cuatro acciones de Géminis son neutralidad o comunidad, masculinidad y diurnidad; Mercurio es su planeta, y tiene estas acciones en los inferiores, mediante la humedad y calidez.
Las acciones de Cáncer son nocturnidad, feminidad, motividad y su planeta es la Luna, y es de complexión del agua.
Las de Leo son motividad, masculinidad, diurnidad y su planeta es el Sol; y efectivamente es de complexión del fuego.
Las de Virgo son comunidad, nocturnidad, feminidad, y su planeta es Mercurio, y es de la complexión de la tierra.
Las de Libra son masculinidad, diurnidad, motividad, y su planeta es Venus, y es de la complexión del aire.
Las de Escorpión son inmotividad, nocturnidad, feminidad, y su planeta es Marte, y es de la complexión del agua.
Las de Sagitario son comunidad, diurnidad, masculinidad, y su planeta es Júpiter, y es de la complexión del fuego.
Las de Capricornio son motividad, nocturnidad, feminidad, y su planeta es Saturno, y es de la complexión de la tierra.
Las de Acuario son motividad, masculinidad, diurnidad, y su planeta es Saturno, y es de la complexión del aire.
Las de Piscis son comunidad, nocturnidad, y feminidad, y su planeta es Júpiter, y es de la complexión del agua.
Después que el entendimiento creyendo o suponiendo, asciende y discurre así las acciones de los doce signos de la octava esfera, apetece ascender a las acciones de los siete planetas, que son Saturno, Júpiter, Marte, Sol, Venus, Mercurio y Luna, y comprende que las acciones de Saturno son malignidad, plumbeidad y diurnidad, y que su día es el sábado, por causa de que en él tiene su mayor acción, y es de complexión de la tierra.
Las acciones de Júpiter son bondad, extrañeidad, masculinidad, diurnidad, y el jueves es su día, y es de complexión del aire.
Las de Marte son malignidad, ferreidad, diurnidad; su día es el martes, y es de complexión del fuego.
Las del Sol son mediocridad, aureidad, masculinidad, diurnidad; su día es el domingo, y es también de la complexión del fuego.
Las de Venus son bondad, cupreidad, feminidad, nocturnidad; su día es el viernes, y es de la complexión del agua.
Las de Mercurio son masculinidad, diurnidad, argenteidad viva; su día es el miércoles, y tiene las complexiones de todos los elementos; porque es alterable y convertible.
Las de la Luna son bondad y malicia (según su mayor o menor acción), argenteidad y nocturnidad; su día es el lunes, y es de la complexión del agua; con esas acciones obran efectivamente los siete planetas en las cosas inferiores
Inquiere además el entendimiento qué es la causa de los cuatro tiempos o estaciones del año: Primavera, Estío, Otoño e Invierno; y, ¿por qué son cuatro y no más?; y, ¿por qué son cuatro las regiones principales, a saber: Oriente, Mediodía, Occidente y Septentrión? Y entonces desciende a la imaginación, que imagina los cuatro elementos, y que cada uno tiene su cualidad propia, como el fuego, la calidez; el aire, la humedad; el agua, la frialdad, y la tierra, la sequedad; y porque los elementos son instrumentos del cielo: el sol, con la humedad, causa la Primavera y la región Oriental; con la calidez causa el Estío, y la región Meridional; con la sequedad, el Otoño y la región Occidental; con la frialdad, el Invierno y la región Septentrional; y así son cuatro estaciones del año y cuatro las regiones principales, porque son cuatro los elementos.

El libro del ascenso y descenso del entendimiento. Ramón Llull