Nacen con los pies acolchados, estando asi en armonía con las vibraciones de la Tierra, y conectados a través de las numerosas células olfatorias y táctiles de sus trompas.
Viajan con sigilo y agilidad por todas las superficies cambiantes de la Tierra, hasta por los sueños de la psique humana. Por el camino reconfiguran la topografía, abren espacios oscuros a la luz, eliminan obstáculos y cavan pozos para acceder a las corrientes más subterráneas. Su presencia es propicia: asegura la fecundidad, vitalidad y el resurgimiento de la vida física y espiritual del Universo.
Africanos y asiáticos, lo que se relaciona con ellos tiene proporciones enormes: su imponente arquitectura y la grandeza de sus almas –veneradas desde las culturas orientales: Gaja Lakshimi, Ganesha y Airavata-.
Gigantismo -a la vez tan vulnerable- al que se han ido adaptando; del mismo modo que el ser humano podría renunciar a la abstracción de la vida terrenal para residir en la animalidad más profunda. Dar cabida a los Salvajes y Amaestrados. Adquirir la capacidad de eliminar obstáculos y dejar vía libre a la grandiosidad de la fuerza interior de nuestra esencia. Elephantidae, alma salvaje.
