Nadie puede salvarse hasta haber nacido de nuevo, pero como es que nacemos de nuevo?

La matriz es la sabiduría, que concibe en el silencio; y la simiente es el dios verdadero. Es la voluntad de Dios el poder engendrador. Aquel que ha nacido de esta manera es otro; es un dios, un hijo de Dios. Es el Todo, y está en todo; pues no participa de la sustancia corporal; participa de la sustancia de las cosas inteligibles o de los poderes divinos. Es nacer de nuevo en la Mente solo en la verdad, en lo realmente bueno y verdadero. Aquello que no es ensuciado por la materia, ni limitado por fronteras, aquello que carece de color y forma, y es luminoso, aquello que no cambia y es inalterable, aquello que es bueno.
Pero para renacer debemos purificar primero los tormentos irracionales de la materia que son en número de doce (12).
- la Ignorancia
- el Pesar
- la Incontinencia
- el Deseo
- la Injusticia
- la Codicia
- el Engaño
- la Envidia
- el Fraude
- la Ira
- la Impetuosidad
- el Vicio
El cuerpo es un recipiente en donde liberar estos tormentos. Cuando liberamos estos tormentos de nuestro sistema es cuando se edifica la razón en nosotros; es entonces cuando recordamos quienes en realidad somos y volvemos a nacer. Tal proceso es denominado Renacimiento.

Quienquiera que alcanze este nacimiento abandona los sentidos corporales; sabe que está compuesto de Poderes Divinos que son en número de diez (10), y sabiendo esto, está contento.
- el Conocimiento (daat)
- el Gozo
- la Continencia
- la Fortaleza
- la Justicia
- la Generosidad
- la Verdad
- el Bien
- la Vida
- la Luz
Es solo a partir de este punto cuando se perciben las cosas desde el operar de la Mente. Cuando vemos a través de la Mente, nos vemos a nosotros mismos como el Todo. Somos omnipresentes, es decir, nos encontramos en el cielo y en la tierra, en el agua y en el aire, en las bestias y en las plantas, dentro de la matriz de nuestra madre biológica, todo en un solo pensamiento, al mismo tiempo; esto es el Renacimiento.
Corpus Hermeticum