Donde quiera que hay vida, hay alma; pero en los animales irracionales, el alma está desprovista de mente. La mente es una benefactora para las almas de los hombres; produce un bien para ellos. En el caso de los animales irracionales, la mente coopera con la forma especial de instinto que pertenece a cada especie de bestia diversa; pero en los hombres, la mente opera contra los instintos naturales.
Toda alma, tan pronto como ha tomado cuerpo, es depravada por el placer y el dolor; pues dolor y placer pertenecen a un cuerpo de naturaleza compuesta; el alma entra en ellos y es sumergida en ellos. La mente inflige dolor al alma, despojándola del placer, del que brotan todas las enfermedades del alma. Claramente la mente, confiere provecho al alma.
A un tipo de hombre lo llamamos racional y a otro irracional. Todos los hombres se hallan sometidos al destino, puesto que todos están sujetos al nacimiento y a la muerte; pues el destino de un hombre se inicia con su nacimiento, y concluye con su muerte.
La mente es la maestra de todas las cosas, maestra del destino, de la ley penal, y de todo lo demás; nada le es imposible. Quien comprenda la verdad de que el universo es mental, estará muy avanzado en el sendero de la iluminación. Tanto la energía, como la fuerza y la materia, están subordinadas al dominio de la mente.
Tal y como nos lo explica el primer enunciado (el principio de mentalismo) de los Siete Principios Herméticos confiere al TODO la mente, o en otras palabras, nos indica que el TODO es mente y que el universo es mental. El TODO es la realidad substancial que se oculta detrás de todo tipo de manifestaciones como el universo material, los fenómenos de la vida, la materia y la energía. En una palabra, todo cuanto es sensible a nuestros sentidos materiales; es espíritu. También se le considera la mente infinita, universal y viviente.
El universo es una creación mental del TODO en cuya mente vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser. “El Universo es una creación mental sostenida en la mente del TODO”