“Abriré mi boca con el permiso de mi Creador“. Midrash ha-Gadol
La inspiración es un tema realmente difícil de definir teóricamente, pocos temas como éste necesitan de la experiencia vivencial para poder ser conocidos. Aquel que no ha oído en su interior, aún por un instante, la voz de las Musas difícilmente podrá entender que la inspiración sea algo más que una fase de la respiración animal; pero para el Artista, el viviente, la inspiración es la voz más querida y deseada, no la puede comparar con nada. El aire divino que recibe en su interior por la inspiración convulsiona la totalidad de su ser, hasta el centro más oculto, convirtiéndose en la fuente inagotable de su creación viva y en su amor más ardiente. Ninguna palabra define mejor el estado en que se encuentra el Artista como el entusiasmo, cuya etimología significa “estar poseído por el soplo de un dios”. La inspiración es el vínculo que liga al Creador con su criatura.
El padre de las Musas es Zeus y su madre Mnemósine (la memoria), ésta es la que permite recordar al hombre su Arte secreto y eterno, olvidado y sepultado debajo del cuerpo mortal y corruptible.

Sin la inspiración de las Hijas de la Memoria no es posible reencontrar el origen del Arte Sagrado, ellas son las que ofrecen al hombre la Sabiduría del cielo, por ellas podemos reconocer y manifestar los mundos sutiles que gravitan alrededor nuestro, por ellas podemos saber cual es la cuna a la que pertenece nuestra alma. La inspiración, en fin, es el primer paso de la auténtica creación, la creación sagrada.
Textos y Glosas sobre el Arte Sagrado, Raimon Arola